Muy cerca de Bezas se encuentran varias zonas con árboles centenarios, seres vivos muy antiguos que nos recuerdan cómo sería el bosque sin intervención humana. La primera zona que os voy a mostrar ya os la enseñé, pero no en invierno, el robledal de la masía de Dornaque cuenta con decenas de grandes árboles trasmochados entre otros más jóvenes y algunos pinos. Este conjunto, unido a una de las nevadas de este invierno creaba una atmósfera casi mágica…
Estos grandes robles quejigos (Quercus faginea), aparte de tener un gran atractivo visual son parte fundamental del ecosistema, al cobijar en sus troncos a aves y pequeños mamíferos
Aquí, una foto de la masía junto a la que se situa el robledal. La existencia de esta masía y su finca particular fue esencial para la conservación de estos grandes robles que de otra forma habrían sido talados.
La otra zona que os enseño, por enésima vez, es el sabinar de Saldón, lindante con el robledal, seguramente el mayor tesoro de esta parte de la Sierra de Albarracín
Y el emblema de este sabinar, sin duda, es la sabina Peseto, otro árbol «indultado» por el hombre al haber sido usado para guarecerse de los elementos climáticos por campesinos y ganaderos
Saludos
Este robledal, me recuerda mucho a La Dehesa de Carrascosa. Aunque cuando la visité, era verano y claro, la luz cambia radicalmente.
Los robledales, tienen ese aire de cuento y fantasía que tú has captado estupendo
Un saludo.
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